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Pensé que, al cabo, era un domingo de menos, que
mamá estaba ahora enterrada, que iba a volver a mi trabajo y que después de
todo, nada había cambiado.
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Madre hay una sola.
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Parecen de la misma raza y, sin embargo, se
detestan.
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Quería escribirle una carta «con patadas y al mismo
tiempo cosas para hacerla arrepentir.»
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¿permite la ley que se llame rufián a un hombre?
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Y por el extraño y leve ruido que atravesó el
tabique comprendí que lloraba. No sé por qué pensé en mamá
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Respondí que nunca se cambia de vida, que en todo
caso todas valían igual y que la mía aquí no me disgustaba en absoluto
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No había
sido feliz con su mujer, pero, en conjunto, se había acostumbrado a ella.
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pero según él su verdadera enfermedad era la vejez,
y la vejez no se cura.
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Espero que los perros no ladrarán esta noche. Siempre
me parece que es el mío.
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